Estudio de Ilia Repin en grafito, por Santiago Repetto.
Carta a la coordinadora Pilar Iglesias
Pensé mucho tiempo qué y cómo escribirte, y una vez que tuve aquella presunción de verbo repetido mil veces no me atreví a lanzarlo al campo hasta repetirlo mil veces más por si acaso así saliera más obediente y redondeado. Entre tanta asfixia y represamiento, todo ese tiempo en el que pensé, sufrí no haberte escrito y gocé el hacer algo sufrir. Ese, Pilar, no era el sufrimiento de todas las cosas, el sufrimiento de más arriba y más abajo, era una gallarda envidia, narcisismo bien portado que amenaza con la pistola debajo de la mesa. Quise tirar todo por la borda varias veces, estos pensamientos, esta carta, y tanto cuanto me queda aún por hacer y sin embargo entre esos fantasmas malos, esos que te proponen un camino más directo hacia la muerte, escuché las voces más alentadoras de quienes siguen vivos, y mantuve firme el remo, el timón y la vela, y me deje golpeara por el mar cuanto fue necesario para entender que si me seguía golpeado iba a morir. Entre esas voces la que me salvó fue la tuya, y eso, no me puedo evitar pensarlo, es como lo que hace un padre. Y efectivamente, hay algo de lo que de mi se exuda que es inevitablemente hijo de la ley que me has enseñado. En cierto modo, Pilar Iglesias, has sido sí, pilar e iglesia, para un loco, un mendigo, un huérfano de letras que más que estupor encontró las realidades, el sufrimiento que es el sufrimiento de todo aquello que sea arrastra por la creación, el amor más grande que uno mismo, tan inmenso como uno mismo, la muerte inscripta en cada segundo de la vida, el pan que se esconde en cada palabra.
Dibujo para concurso de Wacom Argentina, hecho con aguada y lápices de color,por Santiago Repetto.
Un perro estropeado
El perro que tengo no ladra ni persigue gatos. Me sigue
de un rincón al otro de la casa, pero no la defiende como un guardián. Es mas
parecido a un eremita, pero de su castidad y aislamiento no resulta santidad ni
sabiduría alguna, y al haber pasado un tiempo demasiado largo de quietud, sin
poder soportarla mas se acerca a un pie compañero para sentársele encima y que
alguien lo patee con cariño.
El perro que tengo no va a buscar los palos que le
tiro, ni da vueltas sobre si mismo persiguiéndose la cola, lo único que hace es
mírame afligidamente desde su predilecto rincón con la pena terrible de querer
decir algo y tener todas las posibilidades clausuradas.
El perro que tengo a veces gime y recuerda a un pichón
o un bebe, gime con la impotencia tan grande de estar preso del silencio, pero
sin resignarse a aullar algo en esta vida.
El perro que tengo, pobre perro, no sirve de perro ni sirve de hombre, no sirve para nada, pero yo, lo quiero igual.
Tres estudios sobre la figura humana. La figura de la izquierda esta hecha en oleo sobre panel, la del medio en grafito sobre papel, y la de la derecha en pastes tiza sobre papel Kraft. Por Santiago Repetto.
Hubo siempre una mujer
Entre el humo y
la corteza de un árbol vi una mujer.
Entre el alba y
el suspiro del crespúsculo vi una mujer.
En lo recóndito
de la noche y lo espeso de la pintura vi una mujer y
Entre todos los
días que han pasado en esta silueta de vida
Vi siempre una
mujer excepto el día en que nací,
Ese día hubo
dos mujeres.
Las piernas eran
de mi madre, y los brazos, de la muerte
que me recibió desde
el primer instante para pasearme por la vida
Hasta hacerme
desaparecer.