SELECCIÓN DE IDIOMA

jueves

 

Jorge

Su espíritu estaba demolido. El constante y puntiagudo sonido de la voz de su compañero había hecho su trabajo con él.

Una vez en la estación se sentó y respiró profundamente, ya no se podía seguir así, la incertidumbre actúa de manera asombrosa en un grupo humano reducido.

Vio en su agenda la cantidad: 1640 km, una distancia que esperaba recorrer más adelante, pero no ahora.

En este momento tenía por delante un recorrido diferente, en comparación resultaba corto y alienado. Aunque esta vez, resultaba levemente afectado por la lluvia que estaba causando algunos retrasos.

Luego de un tiempo de repetir las rutinas y esperar lo esperable, el compañero ya no estaba. Silencio.

A pesar de lo inexplorada que resultaba su mente para los demás, siempre se pensó de cierta manera. Pensamientos estéticos, retocados, como para ser vistos. Suficiente para que cualquiera notase que había un estilo ahí, pero insuficiente para catalogarlo.

Los recuerdos, luego de algunos retoques eran hermosas piezas audiovisuales, demasiado entrañables para que importe si eran reales o no.

Entre estos recuerdos estilizados de aquella tarde, destacaban dos frases con aerosol que decoraban la estación. A decir verdad, teniendo en cuenta las imagenes alteradas que acostumbraba generar, es posible que no hayan estado ahí, o que no sean textuales, pero esta historia no se trata de la verdad.

“Gracias por el helado” decía el muro norte de la estación, hubiera querido que fuera obra suya, (siempre quiso rayar una pared), le pareció en parte graciosa y tierna; y artística. Está pintada le hizo pensar en alguien que ya no estaba.

La otra pintada era algo así “Sonríe, podrías morir hoy”, también le pareció graciosa, la entendió como una promesa, no como amenaza.