Carta a dios
En el nombre del padre, al padre escribo una vez más
una correspondencia cuya respuesta es enteramente tacita.
Esta vez he de plantear aquí mis dudas sobre la razón
de ser de ciertas asociaciones internaciones, cuyo carácter principal es formar
conglomerados de naciones con el fin de mantener la paz mundial. Todas estas
organizaciones surgen a partir de la primera guerra mundial, y más tarde
culmina el estado de alarma por la seguridad del mundo y de la humanidad con la
segunda guerra y la época nuclear.
De estas organizaciones la pionera fue la liga de
las naciones, deshecha luego de fracasar en la crisis del 28 y en la prevención
de la segunda guerra mundial. Y luego está la organización de las naciones
unidas, que podríamos decir que es tanto más prolifera que la anterior en términos
de sus apéndices, por así decirles, dedicados a distintos campos especifico, por
ejemplo, el FMI, el consejo de seguridad, UNESCO, etc. A raíz de este nuevo género
de potencia mundial supranacional, han nacido variadas organizaciones y
tratados, a raíz de distintos conflictos e intereses, y curiosamente, ahora,
todos estos conglomerados cuya razón única de existir era el mantenimiento y la
manutención de la paz, la tensión de los intereses que las manejan, atentan fuertemente
contra nuestra querida paloma. Entonces me pregunto, ¿Qué interés más grande en
la seguridad y la paz mundiales podrían acaso corromper estos armatostes de
naciones? ¿Cuál es el género de intereses, ahora supranacionales, en el que nos
vemos inmersos?
Con esto me refiero a que, inaugurándose las
nuevas potencias capaces de salvarnos y defendernos, también corremos otros riesgos.
Mas allá, claro está, de la improbable situación en la que esas potencias se
enfrenten, me refiero quizá a la serie de conflictos que suceden dentro del
marco de lo legal en las constituciones de esos acuerdos internacionales.
Cómo mueren las almas
grandes.
Murió el 31 de agosto de 1992 en Buenos Aires, y él
era, y su muerte fue, uno de esos fenómenos naturales enormemente devastadores
que arrastran todo a su paso dejando una sublime destrucción y un espectáculo sin
igual, y así murió y con el murió el Buenos Aires de aquel de día, incluso el día
caducó con su último suspiro.
Poema: Derecho a la locura
¡Vengan! ¡Pasen!
Tomen asiento en el increíble tour guiado a la
lumbre
De ilusiones.
Pasen y vengan, y admiren el cielo repleto de espantapájaros
Para que los pájaros no interrumpan el espectáculo,
No hay cuidado, pues, no es de esperar la maravilla
Tan solo espantapájaros, eso es todo lo que hay.
Vengan, pasen, y tomen asiento. De hecho, en donde
estén sentados ahora mismo
aférrense fuertemente, aprieten con uñas y dientes
hasta quedar completamente atornillados
En el particular humor de los que creen tener la razón.
Vamos, digan algo y créanselo fehacientemente,
tengan razón.
Y cuando la tengan, en una bolsa o entre las manos,
apriétenla fuerte y vean que pasa.
Presten atención a sus ojos, por si acaso revientan,
noten el color que sale de dentro de la razón.
Ese, amigos míos, es sin duda un gran color,
hermoso y profundo, versátil sin duda
Sirve para esto y para esto otro también, así que cójanlo
y empápense en el
Consúmanlo hasta estar seguros de que si
reventaran saldría el mismo color.
Eviten los espejos, no tienen nada para darnos, y
miren fijamente al frente, siempre
Sin importar las circunstancias, sin importar si
en el piso hay césped o un campo de mierda
O si hay suelo siquiera.
Miren al frente y que la razón y la esperanza los guíen
a destino.
¿Trabajo? de eso no se preocupen, aquí no hay, no
tenemos y sobre todo no queremos
Trabajo para qué, nuestros actos son de la mayor grandeza
y ganancia, es más, cualquiera debería valorar lo que hacemos, y de hecho todos
aquellos que no están dispuestos a remunerarlo
¡están locos!!!! retrógrados, sin duda.
No comprenden el arte
Y, por cierto, con respecto a los espantapájaros,
no los miren muy de cerca
Morirán en el intento.