Padre tiempo devoró a todos sus cachorros.
Ansioso ya del florecer caduco mascó los carozos de la tierra.
Contento y asustado, suspiró
profundamente el aburrido transcurrir de la hormigas.
Padre tiempo preocupado por su inflado vientre
de hijos,
hinchó también sus pies y los
empujó más abajo.
Caminó sin pausa hasta encontrar
el final de la hilera.
Padre tiempo, carácter
inigualable entre los caracteres iguales,
sopló la punta de su dedo y llenó
la luna de placer.
Sediento de sangre y de placer
fue en busca de la señora devaneo.
Y, justo a tiempo llegó a beberse
todo el vino para el cierre del festín.
Entonces, con su panza y piernas
henchidas ahora de vino e hijos, con un ademan de alevosía escupió todo lo que
traía dentro y se dejó caer.
Rodó, resbaló, socavó y tocando
fondo en el pantano de las alegrías marchitas.
Al levantarse tropezó otra vez y
cayó dos veces con ademanes alevosos
Padre tiempo?
Rodeó el mundo, subió y bajó por
las montañas del sur
y vomitando por las estrechas
islas de oriente
depositó su trasero en la cima de
su deseo.