Amor siempre mi amor, ¿cómo estás?:
no he sabido nada de vos desde aquella noche que pactamos encontrarnos solo para tener encuentros de alcobas.
Perfectamente maduros y en un hablar de sutilezas, nos dijimos entre proezas, no más que un sin fin de ilusiones que no vamos a cumplir.
Quisiera que esta carta sea de nobleza pero sinceramente no encuentro promesas de inevitables decepciones no por mi sino por ellas que atraviesan un camino que es casi irrompible y misterioso.
No más de un cambio, no más de un esfuerzo.
Ya mi mente está resonando un soplar de consecuencias,
quizás mañana te encuentre en la ruta, añorando ando,
con un ojo en el volante y el otro en la vereda.
No fue más que sutilezas las pequeñas codiciosas y excelentes miradas,
el tiempo no pasa, no sucede, no lo incluye, no lo concede.
No hubo encuentro, no hubo fortuna,
sin más un sutil abismo,
que lo miramos de lejos,
repetimos por lo bajo,
quizás mañana sea
otra charla de vereda , un galpón y un crucifijo
y mi cara entre tu pelo
y yo sentada en la esquina, esperando desde el auto
que salgas a buscarme,
y me encuentres, después de atravesar los senderos,
recorridos y arriesgados, arraigados y turbulentos,
hoy quizás te encuentro en la ruta del lamento
o en los caminos de caídas
o en una vida más humana
con información descodificada y comprendida
sería un nuevo encuentro de dos almas encendidas.Espero que así sea,